Es frecuente que los pacientes con ojo seco se quejen de escozor y picor al echarse gotas. Hablamos de síntomas generalmente transitorios y autolimitados de pocos segundos o minutos pero que generan muchas molestias y sobre todo la duda de que el tratamiento no sea el correcto. En algunos casos incluso van bien con una y al poco tiempo empiezan a notar molestias al usarlas. Otros terminan abandonando o cambiando el tratamiento indicado por el especialista debido a que notan cierta visión borrosa durante unos minutos y no pueden seguir con sus tareas habituales. También es frecuente ver como estos terminan echándose lágrimas artificiales “básicas” o incluso suero fisiológico. En este artículo vamos a analizar el por qué de estos síntomas y qué podemos hacer para estar mejor.
En primer lugar es importante recordar dos conceptos: el ojo seco es multifactorial y el agua no hidrata las mucosas.
El ojo seco puede tener decenas de causas principales y puede complicarse con otras que aparecen en temporadas concretas o en situaciones concretas. Por ejemplo un ojo seco acueodeficiente con el tiempo puede convertirse en mixto por una disfunción de las glándulas de Meibomio y sufrir empeoramientos al usar en exceso el ordenador o encender más de lo normal el aire acondicionado. Es el mismo ojo seco de siempre que empeora de forma puntual. En estos casos podemos ver cierta inflamación que tolere peor determinadas gotas con determinado pH y osmolaridad. Por esto el paciente puede experimentar empeoramiento de estos síntomas al usar determinadas gotas que anteriormente no le habían dado problemas.
Como decía anteriormente, el agua no hidrata las mucosas. Me refiero a que las lágrimas artificiales y los lubricantes oculares en general tienen unos componentes en concreto que se “anclan” a la superficie ocular e intentan, de la mejor forma posible, restablecer o imitar una película lagrimal normal. El ácido hialurónico es un ácido y tiene un pH concreto que a veces molesta, la goma Xantana y los geles dan algo de visión borrosa, y las lágrimas con osmolaridad alta o muy baja, algo de disconfort. Y esta es la clave del problema.
Muchos pacientes confunden el grado de hidratación con el confort. Y al probar lágrimas artificiales con ácido hialurónico con peso molecular bajo o incluso lágrimas derivadas de la celulosa notan menos molestias y creen que son mejores. Pero la realidad es que la mayoría de las veces vuelven a consulta con los mismos síntomas de ojo seco o quejándose que necesitan muchas gotas al día.
Las recomendaciones de un especialista se basan en las características de la sequedad del paciente y en la calidad de las lágrimas artificiales indicadas. Sabemos que lo que más confort aporta es un poco de “agua fresquita” pero es algo muy temporal y que a la larga incluso puede empeorar la situación.
Si el tratamiento indicado le escuece o le pica, recomendamos hablar con su oftalmólogo especialista que le explicará los síntomas normales o los que pueden indicar otra patología.
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